Alimentación limpia, más allá de modas o etiquetas

Una alimentación limpia debería ser ecológica, de proximidad, de temporada, variada y más vegetal que animal.

Alimentarse es un acto vital, como respirar o dormir. Durante casi toda nuestra existencia como especie ha sido uno de los factores que ha marcado nuestra subsistencia. Pero la capacidad del ser humano para modificar su entorno ha transformado nuestra relación y acceso a los alimentos.

La mayoría de los productos disponibles actualmente han sido refinados, transformados, manipulados y mezclados con una gran variedad de conservantes, producidos en origen con pesticidas, contaminados con el uso de plásticos y metales… Es el resultado de la transformación de la industria alimentaria. Existen normativas de seguridad alimentaria, que de momento no tienen en cuenta el efecto acumulativo de muchos de estos productos en nuestro organismo. Aunque cada vez existe más literatura científica sobre sus efectos. Es el caso, por ejemplo, de los disruptores endocrinos.

 Deberíamos diferenciar entre productos alimentarios y alimentos.

Pongamos un ejemplo, la harina del pan que compramos cada día. El resultado de moler los granos de cereal, habitualmente trigo. Eso es lo que creemos, pero lo cierto es que la harina que llega al obrador del panadero hace tiempo que dejó de serlo para convertirse en un producto con apariencia de harina pero con muchísimos ingredientes ajenos: vitaminas sintéticas, antioxidantes, humectantes, sales minerales (calcio, carbonatos, sulfatos, fosfato amónico), proteínas (harinas de soja, proteínas de pescado, …) blanqueantes, …Y paramos que la lista es larga. Esto lo encontramos en algo que en apariencia creemos que es harina, pero que dejó de ser harina. Dejó de ser un alimento para convertirse en un producto alimentario.

Por un lado tenemos una alimentación basada en productos altamente contaminados, y que desconocemos. Por otro,  todos los días estamos expuestos a diferentes niveles de contaminantes físicos, químicos, o incluso psicosociales.

Sobre muchos de ellos no tenemos un control directo o los efectos de nuestra aportación para reducirlos sólo será visible a largo plazo (por ejemplo el control sobre el volumen de tráfico en las grandes ciudades y sus áreas metropolitanas). Sin embargo sí podemos tener más capacidad de elección sobre lo que comemos. Con dos objetivos;

  • El primero, conseguir una alimentación más limpia y libre en la medida de lo posible de los contaminantes que llevan asociados casi todos los productos alimentarios que pone a nuestra disposición la industria del sector. Una alimentación enfocada a nutrir nuestro cuerpo, más allá de llenar el estómago y manipular nuestros sentidos a través del paladar.
  • El segundo, ayudar, en la medida de lo posible, a nuestro propio sistema inmunitario en la defensa de otros contaminantes.

Una alimentación limpia debería ser ecológica, de proximidad, de temporada, variada y más vegetal que animal.

Ecológica Es la única garantía de que el producto se ha cultivado o elaborado buscando reducir al máximo el efecto de contaminantes externos, ya sean pesticidas o radiación atómica. Aunque es muy difícil que algo sea limpio al 100×100
De proximidad Suelen ser productos más frescos, madurados de forma natural y contribuyes a reducir la huella ecológica producida por el transporte
De temporada Consumir productos vegetales, sobretodo frescos, propios de su temporada nos asegura la ingesta de los nutrientes que necesita nuestro organismo en cada época del año ¿quién necesita sandía en diciembre?
Diversa En la variedad está el placer y el secreto de una alimentación equilibrada.
Más vegetal que animal En una proporción de 7:1. Siete partes de alimento de origen vegetal (granos de cereal integral, legumbres, verduras de hoja, de raíz, de tallo, alguna fruta, algas, semillas,…) por 1 de origen animal (que también puede ser pescado). Prescindible en el caso de los vegetarianos

En una alimentación limpia buscamos productos integrales, lo menos contaminados posibles y procesados lo mínimo imprescindible en origen. Pero también ponemos cuidado en su elaboración. No está tan relacionada con el consumo de productos crudos, de los que no recomiendo abusar salvo que se tenga un sistema digestivo muy sano, potente y equilibrado (algo difícil actualmente) como con la manera de procesarlos y cocinarlos. En esta tabla encontrarás un esquema con técnicas de cocción. Las más equilibradas y de uso frecuente en la cocina son las que encuentran entre el Escaldado y el Salteado Largo. También seguiremos haciendo crecer el apartado de recetas siempre vinculadas al concepto de alimentación limpia y nutritiva.